Cómo ayudar al adolescente con miedo al fracaso
Afrontar y combatir el miedo al fracaso en la adolescencia
El miedo a fracasar es uno de los temores más frecuentes en la adolescencia. Un miedo poderoso que puede tener un impacto en la vida del joven que lo sufre, ya que para algunos supone un miedo paralizante que influye en la forma de relacionarse con los demás y en las decisiones que tome para su futuro.
Si sientes que tu hijo siente temor a fracasar y esto le impide seguir evolucionando, te pueden venir bien estos consejos para ayudar al adolescente con miedo al fracaso.
Miedo al fracaso en la adolescencia
El miedo al fracaso, cuando no se afronta, tiende a arraigarse y a empeorar con el tiempo, algo que no beneficiará al adolescente en su camino hacia la vida adulta, ya que habrá de afrontar retos y superar obstáculos en su camino hacia la madurez.
El miedo al fracaso supone un temor a fallar en aquello que se emprende, ya sean los estudios, una relación de pareja o actividades en las que se participa. El adolescente siente miedo a quedar mal delante de los demás, ya sean amigos o familiares y esto, les frena de tal manera que llegan a no querer intentarlo. Abandonan antes de comenzar.
La frustración ante el fracaso es muy frecuente en la infancia cuando los niños no quieren perder en un juego y esto les conduce a la rabieta cuando no consiguen el triunfo. Pero, esta frustración en la adolescencia puede conducir al joven a tirar la toalla sin haberlo intentado, ante el miedo a no conseguirlo y a lo que dirán de él por fallar.
El problema es que, muchas veces, este miedo se instala sin haber fallado o fracasado de forma estrepitosa, ya sea porque ha visto fracasar a otros compañeros o ha sufrido algún fracaso en su vida, y la idea de repetir esa sensación de no lograrlo, inundar su día hasta llenarlo por completo, convirtiéndose en una fobia impidiéndole seguir adelante.
El miedo al fracaso en la adolescencia puede impedir la evolución y el desarrollo del joven y la imposibilidad de intentar nuevos caminos.
Señales que indican que el adolescente sufre miedo al fracaso
Aislamiento social: antes de de fracasar y que los demás puedan verle como un perdedor, el adolescente se encierra en sí mismo y evita el contacto personal con los demás.
Falsedad: algunos se ponen una máscara y bajo ese disfraz de indiferencia ocultan su miedo al fracaso. Parece no importarles lo que ocurre a su alrededor, parecen indolentes o desmotivados por intentar nuevos retos.
No afrontan los retos: evitan por todos los medios cualquier tipo de reto, y pondrán cientos de excusas para no participar en una obra de teatro o en una competición de baloncesto.
Bajo rendimiento escolar: el miedo al fracaso llevará al adolescente a evitar participar en las clases e intentará pasar lo más desapercibido posible para el profesor, por miedo a fallar y ser objeto de burlas de los demás.
Estado de nerviosismo: su comportamiento puede parecer nervioso, agitado e inquieto. Puede sudar, evitar el contacto visual con los demás y mostrarse muy inseguro cuando alguien se dirige a ellos. El miedo a decir algo inapropiado y verse como un perdedor, les paraliza.
El miedo al fracaso y la realidad de fracasar en la adolescencia
El miedo a ser un fracasado en ocasiones se convierte en una profecía cumplida. Ese miedo, al convertirse en fobia, les conduce directamente hacia su pesadilla. Su actitud ante los desafíos les convierte en una persona con falta de motivación y con pocas ganas de intentar lograr cosas.
Fracasarán porque ni siquiera intentarán participar en aquello que les puede interesar ante el miedo a no lograrlo y así, ese miedo se convertirá en una realidad.
Cómo acabar con el miedo al fracaso en la adolescencia
Todos fracasamos: es importante que el adolescente sea consciente de que todo el mundo fracasa en algún momento determinado, incluso el chico o la chica más populares del Instituto, que parecen indestructibles, incluso los más reconocidos científicos, cantantes o astronautas fallaron en alguna ocasión. Es más, los grandes éxitos proceden de grandes fracasos, de lo contrario, no tendríamos ni bombillas para alumbrarnos. El fracaso forma parte de nuestra vida, fallará en algún examen, en algún trabajo, se equivocará con alguna pareja, porque no nacimos perfectos, sino que nacimos para aprender sobre la base del error.
El fracaso es superable: fracasar o fallar en algo o a alguien duele, pero se sale y se sigue hacia adelante, ya sea porque la persona tiene carácter o porque tiene personas en las que apoyarse. Es importante que el adolescente sepa que, cuando fracase, que lo hará, siempre estaremos para apoyarle y le querremos pase lo que pase.
Hablar sobre el fracaso: los adolescentes pueden no mostrase muy comunicativos pero, aunque no parezcan si quiera escuchar, sí lo hacen y toman en cuenta lo que les decimos, sobre todo si lo hacemos sobre la calma, el no echar sermones y lanzar reproches. Puedes intentar comprender el miedo de tu hijo al fracaso preguntando cuándo cree que comenzó y si recuerda cómo actuaba o qué cosas quería lograr antes de que el temor le invadiera. Puedes ayudar a desmontar tu miedo realizando preguntas para las que él encuentre la solución o puedes hablarle de situaciones en las que tu mismo hayas fracasado.
Plantear pequeños retos: si el miedo llega a ser paralizante y el adolescente ha abandonado todo tipo de intereses, podemos empujarle a realizar pequeños retos, cosas que se pueden lograr con poco esfuerzo. Esos pequeños logros y el refuerzo que puedas darle tras conseguirlo, será el motor que le impulse a subir al siguiente escalón.
Planificar los objetivos: el fracaso está asegurado si no sabes pintar y quieres llegar a exponer en el Louvre, pero si tienes un interés, ciertas aptitudes y trabajas para lograrlo, el esfuerzo será un gran aliado. Hay que enseñar al adolescente a plantearse retos realistas y, una vez definidos, a realizar un plan para lograrlos. ¿Necesita estudiar más?, ¿saber inglés?, ¿entrenar?
Y, sobre todo, es importante reforzar el afecto y el apego con el adolescente que está sufriendo, en caso de no encontrar forma de ayudarle, deberíamos consultar con un terapeuta que pueda ponerle remedio.