Cuál es la diferencia entre consciente y subconsciente
La mente consciente, la subconsciente y el inconsciente
Nuestro cerebro ha de procesar y desarrollar una enorme cantidad de trabajo, no en vano, es nuestro sistema nervioso central, el que se encarga de regular la mayor parte de funciones del cuerpo y la mente.
En definitiva, el cerebro requiere grandes dosis de energía para gestionar entre otras funciones la de tener hambre, caminar, dormir o respirar. Esta energía aumenta cuando estas funciones son superiores como pensar, memorizar, recordar, razonar o hablar.
Ver también: cuál es la diferencia entre pensar y razonar
Así, cuando tenemos que concentrarnos y pensar en algo, resolver un problema, aplicar la lógica, realizar una reflexión, recordar algo o tomar una decisión, no solo consumimos más energía cerebral, sino que además el proceso se puede tornar un poco más lento. En este punto, nuestro cerebro intenta conservar su actividad y mantener a energía desarrollando formas eficaces de operar. Una forma de hacerlo es mediante el procesamiento consciente y subconsciente, que es similar pero no igual. Veremos cuál es la diferencia entre consciente y subconsciente.
Qué es el subconsciente
Para ahorrar energía y enfocarse en acciones o funciones más importantes, el cerebro intenta automatizar algunas de sus tareas, estos son los procesos subconscientes del cerebro y se encargan del funcionamiento básico de nuestro organismo, fundamental para que vivamos.
En este sentido, el pensamiento subconsciente es aquel que no tenemos que pensar o razonar, es una respuesta inmediata, un hábito aprendido, algo que no analizamos. Simplemente ponemos el piloto automático y accionamos de una determinada manera.
Veamos con ejemplos a qué se refiere el pensamiento subconsciente: ¿recuerdas qué movimientos hiciste para comer?, ¿pensaste "voy a tomar el tenedor entre el dedo índice, pulgar y corazón", "ahora voy a alargar el músculo para pinchar un trozo de comida", "a continuación tengo que ejercer presión para elevar la mano", "ten cuidado, ha de ser un movimiento preciso dirigido hacia la boca", "atrápalo con los dientes", "mueve la mandíbula inferior para masticar", etc.
La realidad es que tan solo comiste, no pensaste en cada una de las acciones físicas necesarias para realizar este simple acto. Pues bien, todos los movimientos automáticos como comer, andar, montar en bicicleta, vestirte o lavarte los dientes, están guiados por una se las fuerzas del cerebro más importantes y poderosas, es la que impulsa el comportamiento humano: la mente subconsciente, también conocida como la mente no consciente.
Los procesos subconscientes de nuestro cerebro guían el funcionamiento básico de nuestra vida, nuestros comportamientos, hábitos y costumbres. Son esas acciones que no pensamos, simplemente ponemos el piloto automático para realizarlas.
Y, son tan importantes porque el 95% de nuestros comportamientos, acciones y reacciones ocurren en la mente subconsciente.
El subconsciente almacena y registra nuestras experiencias, nuestros aprendizajes, las cosas que vivimos, las que nos hicieron daño, las que nos produjeron placer... Y, con todas ellas forma recuerdos que almacenamos en el cerebro como un archivo que podemos consultar en cualquier momento.
En su mayor parte, nuestros procesos subconscientes nos ayudan a navegar por el mundo de manera eficiente, evitando los peligros y siguiendo una serie de costumbres y hábitos.
Qué es el consciente
Nuestro procesamiento consciente implica nuestra capacidad de pensamiento superior
donde podemos ser más conscientes y considerados en lo que pensamos, sentimos y hacemos.
El pensamiento consciente se activa cuando te das cuenta que estás pensando y por qué estás pensando. Por ejemplo, piensa en cualquier cosa... ¿ya? Acabas de tener un pensamiento consciente, ya que tomaste la decisión de pensar en un momento determinado. Así pensar, razonar o analizar son acciones que están usando la mente consciente para ser ejecutadas.
La mente consciente está cambiando constantemente. Por ejemplo, en un momento puedes estar concentrado en leer este artículo pero tu conciencia puede cambiar al recuerdo de una charla que tuviste ayer, puedes pensar que has de realizar una llamada, ser consciente de que sientes calor, que la silla es incómoda o que se te está haciendo tarde para salir de casa.
Podemos usar el pensamiento consciente para reprogramar nuestro subconsciente y cambiar nuestros pensamientos, actitudes y hábitos.
Pensar conscientemente requiere más energía, así es como tomamos un mayor control de nuestro cerebro y logramos nuestras metas.
Sin embargo, hay quien piensa que el pensamiento consciente no es más que una ilusión. El filósofo Peter Carruthers formuló una controvertida teoría que se basa en que el pensamiento consciente, el juicio y la voluntad son ilusiones porque todas ellas surgen de procesos que siempre ignoramos.
Y es que, uno de los problemas a los que se enfrenta el estudio de la conciencia es la falta de una definición universalmente aceptada. Mientras que Descartes propuso la idea de "pienso, luego existo", hoy en día la conciencia se define como la actividad mental de uno mismo que le permite sentirse presente en el mundo y la realidad actual, en definitiva, la conciencia de uno mismo y el mundo. De hecho, la investigación sobre la conciencia se centra en comprender la neurociencia existente detrás de nuestras experiencias conscientes.
Freud: el consciente, el subconsciente y el inconsciente
Este amado y denostado a partes iguales psiquiatra austriaco Sigmund Freud introdujo una nueva forma de catalogar la mente según varios niveles:
Consciente: son todos los pensamientos y acciones que realizamos de forma consciente. Por ejemplo, pensar en todo lo que quieres hacer hoy.
Subconsciente: son todas las acciones y reacciones automáticas que realizamos en modo piloto automático aunque pueden ser conscientes si pensamos en ellas. Por ejemplo, escribir un texto en un teclado cuando sabes mecanografía y ya no tienes que pensar donde está cada letra.
Inconsciente: son todas las experiencias y recuerdos pasados. En ocasiones parecen inaccesibles como las experiencias que vivimos con un año de edad y, sin embargo, están ahí en algún lugar recóndito de la memoria.