7 mitos sobre el espacio que debes dejar de creer
Falsas creencias sobre el espacio y los astronautas
Las películas de ciencia ficción han contribuido a que nos formemos algunas falsas creencias sobre el el sistema solar, la vida de los astronautas en el espacio exterior o los acontecimientos que tienen lugar en el universo.
¿Crees que el sol es amarillo?, ¿que se podría criogenizar a los viajeros interestelares o que si viajáramos a la velocidad de la luz al volver a la Tierra no habríamos envejecido? En Quonomy.com desmontamos 7 mitos sobre el espacio que debes dejar de creer.
7 falsas creencias sobre el espacio
Mito 1: Si pudiéramos viajar a la velocidad de la luz, no envejeceríamos
Las películas y los libros de ciencia ficción se han encargado de transmitir la creencia de que, si pudiéramos meternos en una nave y viajar a la velocidad de la luz, no envejeceríamos y, regresaríamos a la Tierra tras un largo viaje por la galaxia prácticamente igual de jóvenes, mientras que aquí ya no encontraríamos a nuestros seres queridos. ¿Esto es cierto? No, es un mito sobre el espacio.
La cuestión, tal y como además la planteo Einstein con su teoría general de la relatividad, es que, el envejecimiento de los que viajan a la velocidad de la luz será diferente en relación con el envejecimiento de las personas en la Tierra. Es decir, tú envejecerás, el tiempo pasará también para ti, pero en la Tierra, se envejecerá a un ritmo distinto. Por lo tanto, si regresas después de un viaje a la velocidad de la luz, tú habrás envejecido el tiempo que haya durado tu viaje, y la gente en la tierra, habrá envejecido más rápidamente que tú.
Conclusión: tu sí envejecerás, aunque las personas que quedan en la Tierra, lo harán en una proporción mayor a la tuya.
Mito 2: Los astronautas no han de ejercitarse porque no hay gravedad
Es posible que hayas escuchado que para permanecer en el espacio, los astronautas han de ejercitarse constantemente para poder mantener el cuerpo en buenas condiciones. La realidad es que pueden convertirse en las personas más perezosas del mundo.
La verdad es que en el espacio, donde no hay gravedad, no pesas, por lo tanto, no has de ejercer ningún tipo de fuerza para levantar algo o para moverte. Si no hay gravedad, los músculos de tu cuello no han de sujetar a la cabeza, ni el corazón tiene que bombear la sangre con fuerza para levantarla hasta las partes más altas de tu cuerpo. Por lo tanto, puedes convertirte en alguien muy vago.
Pero, si algún día viajas a la estación internacional y vives, como los astronautas durante 6 meses allí, no tienes más remedio que ejercitarte aunque no lo necesites. ¿Por qué? Regresarás a la tierra y, si tus músculos han estado durante mucho tiempo inactivos, te costará horrores el simple hecho de caminar. Por ello, en estaciones disponen de máquinas para ejercitar el cuerpo y lo hacen durante dos horas al día para evitar ser como la gelatina cuando pisen tierra firme.
Mito 3: En el espacio no hay nada, ni siquiera olor
Si estuvieras en el espacio, estarías rodeado por el vacío, que es lo opuesto al aire que respiramos en la Tierra.
No hay oxígeno, por lo tanto, no parece posible oler nada en el espacio exterior. Sin embargo, los astronautas que han tenido el privilegio de darse un paseo por el exterior, cuando vuelven a la nave, cierran la escotilla y represurizan el compartimento, hablan de un cierto olor que traen impregnado.
Este olor que se adhiere a los trajes y puede entrar en la estación internacional es referido por ellos como a pólvora o un chuleta quemada.
La explicación que aportan los expertos a este olor acre es que nuestro sistema solar es rico en carbón y pobre en oxígeno. En las zonas más alejadas del sistema solar, se cree que podría haber otros olores sorprendentes, desde el dulce azúcar al repulsivo olor a huevo podrido.
Mito 4: Si algo explota en el espacio, lo escucharíamos
No podrías escuchar la explosión de un planeta, aunque esté cerca de la Tierra. La explicación la tenemos cada día delante de nuestros ojos. El sol es una explosión termonuclear constante, esta explosión es mucho mayor que la que haya provocado el ser humano en la Tierra y, sin embargo, somos incapaces de escuchar esta explosión que debería provocar un ruido inimaginable.
La razón es porque en el espacio, no existe nada que pueda transportar el sonido.
Mito 5: La forma de realizar un viaje interestelar es en cámaras de sueño
De nuevo, lo hemos visto en cientos de películas. Cuando los viajeros espaciales han de cruzar galaxias, se introducen en cápsulas donde se interrumpen sus funciones vitales y se les somete a un profundo sueño criogénico.
La realidad es que los expertos piensan que no es posible criogenizar al ser humano y devolverlo con vida con todas sus funciones intactas. Cuando se congela el agua, que es uno de los componentes principales del ser humano, se convierte en un montón de cristalitos de hielo y expande su tamaño. ¿Imaginas lo que le ocurriría a nuestro organismo si le sucediera eso? El hielo acabaría con a estructura de muchos órganos.
Por lo tanto, hoy en día, no se conoce la fórmula para criogenizar a una tripulación interestelar sin acabar con ella.
Mito 6: el sol es amarillo
Si pides a un niño que dibuje un sol, usará un lapicero amarillo, lo mismo que haría un adulto. Parece que hemos asumido que el color del sol es de esa tonalidad pero, si preguntas a un astronauta, te dirá que el sol es blanco. ¿Por qué?
Vemos el sol amarillo por efecto de nuestra atmósfera, al atravesar la luz los rayos de sol aportan esa tonalidad pero, si quieres dibujar un sol real, ve buscando un lapicero blanco.
Mito 7: atravesar un cinturón de asteroides es casi imposible
¿Recuerdas a Han Solo atravesando en Star Wars un cinturón de asteroides? En cualquier película sobre el espacio, solo los más aventajados pilotos pueden evitar colisionar con uno. La realidad es que incluso tú podrías hacerlo.
Y es que, el espacio es tan grande, tan, tan, tan grande, que el espacio que hay entre asteroides y demás partículas en ese cinturón es lo suficientemente ancho como para no tener ni que esquivarlo. Tendrías que ser la persona más desafortunada del universo para golpear uno.