Cómo lidiar con el síndrome del nido vacío

La sensación de pérdida cuando los hijos se van de casa

Alba Caraballo - 2019-05-16 11:20:00 - Psicología

Cuando inicias el camino de la paternidad, te metes de lleno en unos años en los que la prioridad son los hijos. Pasas las tardes ayudándoles a hacer deberes, el fin de semana en parques o museos, las noches en vela… El día a día de un padre o una madre, al margen de su trabajo y otras tareas, se centra en atender las necesidades de sus hijos y además, disfrutar con ellos.

Por eso, cuando de repente, un buen día amanece y los hijos se van de casa, muchos padres sienten como si la tierra se abriera bajo sus pies, sufren el síndrome del nido vacío. ¿Cómo acostumbrarse a esta nueva etapa en la que los hijos ya no viven en casa y no dependen tanto de los padres?

Qué es el síndrome del nido vacío

Síndrome del nido vacío

Cuando los hijos se marchan a estudiar fuera durante un largo período o directamente abandonan el hogar para iniciar una nueva vida por su cuenta, muchos padres sufren una transición difícil conocida como síndrome del nido vacío.

Para ellos, no es fácil adaptarse a la vida sin hijos en el hogar. Por más que se quejaran de todo el extra de trabajo que tuvieran con la casa y con la educación de sus hijos, el silencio que queda tras su marcha puede ser ensordecedor para muchos padres y madres.

Viven con un sentimiento de tristeza y pérdida cuando el último hijo sale del hogar. Sienten una sensación de profundo vacío, se sienten perdidos, no saben qué hacer, padecen angustia y soledad. Incluso, algunos padres sufren depresión.

Incluso algunas parejas tienen más conflictos cuando los hijos se marchan porque todas esas emociones las canalizan en forma de ira o rabia hacia la otra persona.

No es malo sentir tristeza el día que tu hijo abandona el nido, pero sí debes poner soluciones para que esa tristeza sea pasajera y puedas afrontar esa nueva etapa con fortaleza y encontrar nuevos espacios que te llenen y te hagan feliz.

Qué hacer para superar el síndrome del nido vacío

Si te sientes triste, perdido, angustiado tras la marcha de tus hijos de casa, es hora de intentar recuperar parcelas de tu vida que tenías olvidadas. Puedes intentar afrontar esta etapa siguiendo estos consejos:

No solo eres un padre, cambia de rol

Muchos padres y madres, pierden su rol de hermanos, amigos, hijos o empleados porque su principal motor en la vida y su principal papel es el de padre y madre. Y, por supuesto que lo es, probablemente es lo más difícil que has hecho en tu vida, lo que más disgustos y satisfacciones te ha dado, debes estar orgulloso de tu rol de padre, pero no es el único que tienes.

Recupera esas otros roles ahora que tienes más tiempo, llama a tus amigos y toma café con ellos, ten una relación más cercana con tu hermano, participa en tu comunidad, ofrécete como voluntario en alguna asociación, abre un blog en internet, haz un curso de fotografía, apúntate al gimnasio...

Tienes la oportunidad de explorar otras actividades en tu vida, todo aquello que quisiste hacer un día pero lo aparcaste por falta de tiempo te está esperando. Lo importante es que no te quedes en casa, sentado en el sillón escuchando el silencio.

Conecta de nuevo con tu pareja

¿Recuerdas aquellos años con tu pareja en la que solo erais vosotros dos? Viajar, salir a cenar, pasear, ir al cine… Es hora de retomar ese espacio que cedísteis durante tantos años para cuidar de vuestros hijos y cuidar un poco la pareja.

Incluso podéis probar nuevas actividades que hacer juntos, desde ir a clases de baile a apuntaros a clases de pintura.

Sin embargo, tampoco funciona centrarte en tu pareja exclusivamente. No se trata de pasar de ser padre a ser pareja. Recupera ese tiempo en pareja pero conserva el tuyo para recuperar tus roles, como comentábamos antes. 

Conecta contigo mismo

Es hora de que pienses un poco en ti mismo. Durante años, fuiste la última cosa en tu lista de prioridades. ¿Cuántas veces dejaste de ir al gimnasio porque tu hijo estaba malo?, ¿Cuántos libros ibas a comenzar a leer pero no podías ni concentrarte? Piensa en lo que realmente te apetece, ahora tienes el tiempo y el espacio para hacerlo. No hay nada de por medio que te impida hacer lo que te gusta.

Y, si no estás seguro de lo que te gusta, y los hobbies que te tenías ya no te interesan, prueba nuevos pasatiempos, desde nadar a coser, desde hacer senderismo a unirte al grupo de amigos de los museos. Prueba y escoge.

No te aferres a tus hijos

Muchos padres no soportan la idea de pensar que sus hijos ya no les necesitan y, aparecen en sus casas con tuppers de comida, porque si no es por ellos no comen bien, se presentan sin avisar para arreglar esa puerta del mueble que vio rota en la última visita, les piden que les pasen la ropa para lavar y planchar, llaman a todas horas…

En realidad, los hijos, a nos ser que pasen algún apuro económico o de salud, son perfectamente capaces de hacerse la comida, la colada y, si su casa no es perfecta, quizás no les importe. Es importante dejarles espacio para que lo intenten, por más que te guste pensar que sin ti, no lo lograrán. Más aun si viven con una pareja, a la que tener a los suegros en casa constantemente puede convertirse en un motivo de conflictos.

Tus hijos, siempre serán tus hijos, pero necesitan comenzar una vida nueva, igual que tu hiciste, ¿lo recuerdas?

Conclusión

Ya sea que estés deseando que tus hijos se vayan de casa para poder iniciar una nueva etapa de tu vida, o todo lo contrario, que no desees que se vayan nunca; la realidad es que, cuando sucede, tendrás unos sentimientos iniciales de tristeza.

Es normal vivir esa sensación de pérdida, sin embargo, aislarse y meterse en una espiral deprimente, no solucionará nada. Has de afrontar que una fase termina, y aunque haya pasado volando, se inicia otra que será distinta, tú decides como vivirla y qué cosas puedes obtener de ella y pueden ser maravillosas.

Pero, si tras unos meses sientes que no superas el síndrome del nido vacío, quizás sea conveniente que consultes con un psicólogo para poder rehacer tu vida y sobrellevar esa sensación de pérdida.