Por qué no puedes hacerte cosquillas a ti mismo
Misterios y curiosidades del cuerpo humano: las cosquillas
¿Tienes muchas cosquillas? Es posible que te encojas si alguien te acaricia o pellizca suavemente la tripa, las axilas, los muslos o la planta de los pies.
Quien siente fácilmente cosquillas es capaz de reír y, al mismo tiempo, sufrir una ligera angustia cuando alguien “ataca” su punto débil. Sin embargo, no torcerá el gesto, ni tan siquiera sentirá nada similar si es él mismo quien intenta generar esa emoción, ¿Por qué ocurre que no puedes hacerte cosquillas a ti mismo?
Las cosquillas: entre el placer y la agonía
“Nooo, para, para”, esto es lo primero que dirá alguien a quien se le está haciendo cosquillas. Es un juego divertido que, si se alarga puede llegar a mezclar el placer y agonía hasta hacerlo, en ocasiones, insoportable. Y es que, no es lo mismo la sensación de esas cosquillas que se sienten tras un contacto ligero, que las que provoca el juego de las cosquillas que ejercen más presión e intensidad.
Las personas respondemos al tacto, un sentido muy poderoso, sin embargo, no todas las zonas del cuerpo son igualmente sensibles. Puede que no tengas una reacción si alguien roza tu brazo, si te toca el hombro o la tibia, sin embargo, si alguien hace cosquillas en las axilas, cuello, tripa, por encima de la rodilla o la planta del pie, comienzas a sentir cosquillas y, según la intensidad de estas, pueden resultar agradables y placenteras, o llegar a producir una suave agonía.
No todo el mundo tiene cosquillas y, no todo el mundo tiene una extremada sensibilidad en las zonas más comunes para las cosquillas.
Por qué tenemos cosquillas
Bajo la piel tenemos cientos de terminaciones nerviosas que sirven para saber si algo está caliente, frío, rugoso, suave… Si estas terminaciones nerviosas se estimulan, envían un mensaje al cerebro para analizar la situación. De tal manera que, si se produce un ligero cosquilleo, la sensación es placentera, mientras que, si hay demasiada presión, las cosquillas pueden llegar a ser dolorosas.
Los expertos creen que la función de las cosquillas es que, gracias a la percepción de esta sensación, desde la más ligera a la más intensa, podemos proteger las zonas más frágiles del cuerpo, que generalmente coinciden con las que provocan más cosquillas (cuello, abdomen).
La razón por la que no puedes hacerte cosquillas
Antes de meternos en investigaciones científicas y explicaciones de expertos, reconozcamos que es más que obvio que, si sintiéramos cosquillas cada vez que nos rascamos la tripa o nos rozamos el muslo, viviríamos en un vaivén de risas constantes, sería realmente caótico.
Por lo tanto, nuestro cuerpo, que es muy sabio, distingue entre el movimiento que hacemos nosotros hacia él y el que hacen los demás. De esta manera, no sentimos lo mismo cuando nosotros juntamos las manos que, cuando la juntamos con otra persona, ni sentimos lo mismo cuando acariciamos el antebrazo que cuando lo hace otra persona.
Varias investigaciones han profundizado en la explicación de por qué no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos y, la respuesta la han encontrado en el cerebro.
Lo que sucede cuando otra persona nos hace cosquillas es que se activan las dos regiones del cerebro que procesan el contacto (la corteza somatosensorial), y las sensaciones agradables (la corteza cingulada anterior). Pues bien, según varios estudios, estas dos regiones están menos activas cuando nos hacemos cosquillas a nosotros mismos. De esta manera, podemos permanecer más tranquilos si nos rozamos, algo que ocurre constantemente.
Otra de las averiguaciones que han hecho los científicos es que, las cosquillas producen una estimulación en la zona que regula la huida y la lucha, es por ello que tratamos de protegernos o defendernos cuando alguien toca esa zona que nos provoca tanta risa. Es más, si las cosquillas no causasen risa en quien las padecen, la reacción podría llegar a ser agresiva. Pero, si nos las hacemos a nosotros mismos, nuestro cerebro sabe que no hay peligro ninguno, ni razón para tener miedo o para huir.
Asimismo, se cree, tras investigar con ratones que las cosquillas no provocan la misma sensación cuando estás en estado de relajación que cuando estás en un momento de estrés.
Curiosidades sobre las cosquillas
- Aunque las personas no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos, como ya hemos visto, aquellas que padecen de esquizofrenia, sí parecen reaccionar a sus propias cosquillas. Se cree que es debido a un problema neurológico.
- Existen dos tipos de cosquillas: una es la cosquilla ligera y suave conocida como knismesis, es esa sensación cuando una hormiga o una mosca se ha posado en tu piel; y otras son las conocidas como gargalesis, son las que utilizamos para jugar en pareja o con los hijos.
- Algunos piensan que la función de las cosquillas es social, una forma de establecer lazos con los demás, y por ello, no podemos provocarnos cosquillas a uno mismo.
- Los animales también sienten cosquillas: perros, roedores, elefantes y gatos pueden sentir esta sensación.
- Las cosquillas pueden pasar de ser un divertido juego a una auténtica tortura, esto lo sabían los chinos en el siglo III d.C quienes usaban las cosquillas como una forma de castigo a criminales. También los romanos la usaron. Ataban a su víctima e impregnaban sus pies de una sustancia atractiva para una cabra que los chupaba sin parar. Las risas daban paso con el tiempo a un dolor insoportable y angustioso.
- Aunque las cosquillas per sé no provocan la muerte, si puede hacerlo el ataque de risa que conllevan, ya que pueden provocar la asfixia o un paro cardíaco.
- Por más que juguemos con los bebés a hacerles cosquillas, para hacerles reír, has de saber que no sienten lo mismo que un adulto ya que no perciben el espacio o la procedencia de las cosquillas como un adulto, por lo que localizan mejor un estímulo en su cuerpo.