Cómo cuidarse después de un infarto al corazón
Cómo afrontar las secuelas emocionales y físicas tras un infarto de miocardio
Un infarto al corazón es una enfermedad grave que tiene un alto índice de supervivencia si se reconocen los síntomas a tiempo y se recibe un tratamiento de forma inmediata. Eso sí, una vez se abandona el hospital, el paciente ha de retomar su vida reconduciendo y cambiando algunos hábitos. Conoce cómo debes cuidarte después de un infarto al corazón.
Las secuelas emocionales tras un ataque al corazón
A partir del día en que un paciente sufre un infarto, su vida cambia para siempre. No solo porque debe seguir un control y una pauta para controlar su enfermedad, sino porque le invaden las dudas y los miedos, es la parte emocional de la enfermedad.
Hay, quien se enfrenta a este nuevo futuro con la conciencia de que debe cuidarse más, otras personas se sumergen en una especie de tristeza y pesimismo mientras que para otros el miedo a sufrir un nuevo infarto lo invade todo. “Mejor no voy porque estoy frágil del corazón”, “no me cuentes penas, que sufro del corazón”... y así eternamente.
Sea como fuere, unos y otros han de enfrentarse ante un giro en sus vidas. Tras el infarto se inicia la etapa en la que tener que afrontar el tratamiento para un corazón que ha sufrido un deterioro y que nunca volverá a funcionar como antes.
Los problemas psicológicos asociados a la enfermedad: miedo, culpabilidad, incertidumbre…
Cómo retomar la vida y cuidarse tras un infarto al corazón
Un infarto de miocardio aparece cuando hay un riego insuficiente de sangre debido a la obstrucción de una arteria. Suele darse en personas que padecen hipertensión, colesterol alto, obesidad, tabaquismo o edad avanzada. Y, aunque es una enfermedad grave, no tiene por qué suponer un obstáculo en tu vida a partir de entonces. Así es como debes cuidarte tras un infarto al corazón:
Escucha a tu médico
Si has sufrido un infarto, tu médico será tu mejor y más grande ayuda para solucionar la parte física. Seguir todas las recomendaciones y cuidados marcará la diferencia y te hará recuperarte para llevar una vida lo más normal posible.
Apóyate en tu familia
La familia es quien mejor conoce al paciente, por lo que son los que mejor pueden colaborar para tratar la parte emocional de la enfermedad. Eso sí, nunca deben tratar al enfermo como si fuera un niño que no puede valerse por sí mismo.
Tampoco funciona la actitud de “ya te lo decía yo”, los reproches y regañinas no tienen lugar en este momento en el que, el paciente es bastante consciente de lo que ha sufrido y ya lleva su carga de culpabilidad encima por todo aquello que hizo mal y le condujo al infarto.
Es más, asustarle y trasladarle mayor preocupación porque pueda volver a sufrir un infarto solo hará aumentar su ansiedad. Por lo tanto, lo más adecuado es ayudarle a recuperar su vida y a que esta sea lo más normal posible, siguiendo las pautas recomendadas por su médico.
No dejes el tratamiento cuando te sientas mejor
Tu médico te pautará una serie de hábitos saludables referentes a la dieta que debes seguir, el abandono de hábitos nocivos como el alcohol o el tabaco o la práctica de ejercicio constante. Es posible que, tras un tiempo siendo “bueno”, te veas tan bien que se te olvide todo lo que ocurrió y vuelvas a comer mal, a ganar peso, a fumar o a abandonar la actividad física. No olvides que, aunque te sientas mejor, has llegado hasta ese punto porque comenzaste a cuidarte, abandonarte podría volver a conducirte a otro infarto.
Realiza una actividad física constante
Según sea el infarto que hayas sufrido, tu médico podrá incluirte en un programa de rehabilitación para iniciar la actividad física de forma controlada o, si ha sido leve, puede que te recomiende caminar todos los días, e ir aumentando la distancia hasta que, un buen día, puedes hacer un ejercicio mayor como montar en bicicleta, nadar o correr.
Sigue una dieta sana
La alimentación equilibrada es fundamental en la recuperación de un infarto, sobre todo si la persona ya sufría de sobrepeso. Perder esos kilos de más y seguir un régimen de comidas bajo en grasas (sobre todo las grasas trans) y alto en proteínas te ayudará a recuperar la forma física. Evita los alimentos que contengan colesterol y añade a tu lista de alimentos frutas y verduras. Elimina en la medida de lo posible sal y azúcar de tu dieta.
Lleva una vida normal
Sufrir un infarto no significa renunciar a la carrera profesional, tus deportes favoritos, tu vida sexual... Para valorarte, te realizarán una prueba de esfuerzo en consulta y, si tu médico no lo contraindica, podrás conducir, hacer natación, viajar, practicar sexo y retomar tu trabajo.
Eso sí, si tu trabajo conlleva una altísima carga de estrés y exigencia, quizás sea momento de replantear tu vida, no porque no puedas volver a trabajar como antes, sino por el placer de disfrutar esta segunda oportunidad de otra forma y garantizar tu bienestar.
Conclusión
Tras sufrir un infarto, tu corazón no volverá a ser el mismo, nunca volverá a bombear sangre como lo hacía antes del infarto de miocardio. Sin embargo, esta enfermedad no tiene por qué ser un obstáculo, ni un lastre que te lleve a vigilar cada paso que das.
Si controlas tu presión arterial, colesterol, vigilas tu peso, abandonas el tabaco en caso de fumar y realizas ejercicio físico controlado, puedes llevar una vida absolutamente normal.
Y, si eras un deportista de élite o hacías alpinismo y has de dejar atrás esa etapa, quizás sea hora de abrir nuevos caminos y probar otros retos. Al fin y al cabo la vida es un cambio constante y un ir hacia delante sin fin.
Y, nunca te relajes, según las estadísticas, un 75% de los pacientes que sufrieron un infarto, se relajaron en sus hábitos saludables un año después y habían dejado de seguir las recomendaciones, ya sea de estilo de vida o incluso farmacológicas, llegando a abandonar el tratamiento.
En definitiva, tu vida puede ser igual a la de una persona que no ha sufrido un infarto, eso sí, si sigues todas las recomendaciones de quien más sabe que, al fin y al cabo, es tu médico.