Para el tratamiento del dolor: ¿Frío o calor?
Si me duele algo, ¿es mejor aplicar frío o calor?
Ante determinados dolores o molestias solemos aplicar inicialmente un tratamiento casero que, muchas veces pasa por aplicar frío o calor en la zona dolorida.
Por ejemplo, aplicamos calor para el dolor de regla y frío si te has torcido un tobillo. Sin embargo, algunas molestias provocan dudas sobre el tratamiento para el dolor: ¿frío o calor? Puede que, sin querer, estés empeorando la lesión o los síntomas. Conoce si es la terapia térmica o la crioterapia lo más conveniente según tu dolencia.
Tratamiento para el dolor: ¿cuándo se aplica calor en la zona?
Aplicar calor en una zona determinada del cuerpo puede proporcionar una sensación de alivio además de aportar comodidad y calma. Según algunos estudios, en algunas personas, el dolor se alivia mejor con terapia del calor que con analgésicos orales. El calor es útil para aliviar:
- Las molestias en esguinces y torceduras si éstas se han producido hace días.
- Irritación de los tendones o tendinitis cuando se padece desde hace tiempo.
- Dolor muscular tras el ejercicio físico.
- Aliviar el dolor o los espasmos relacionados con lesiones en el cuello o la espalda, incluida la zona lumbar.
- Aplicado al cuello, el calor puede reducir los espasmos que provocan dolores de cabeza.
- Dolores de tripa o los provocados durante el ciclo menstrual.
En cualquier caso, la efectividad del calor para tratar un músculo dolorido o tendinitis puede depender de la profundidad de la lesión o el tejido afectado.
En definitiva, el calor es más adecuado para el dolor crónico, el estrés o el dolor muscular.
¿Cómo aplicar el calor?
Algunas personas prefieren usar un tratamiento térmico en forma de baño caliente pero, se cree que si ele calor solo se aplica cinco o diez minutos, es menos efectivo y no llega a niveles más profundos del tejido.
Por lo tanto, es más recomendable usar bolsas de agua caliente o mantas eléctricas para este tipo de tratamientos térmicos. También puedes adquirir almohadas que se calientan en el microondas, envolturas térmicas o compresas calientes.
Normalmente el calor se debe aplicar sobre el área afectada durante 20 minutos, hasta tres veces al día, a menos que se indique lo contrario.
¿En qué casos no debo usar un tratamiento para el dolor con calor?
El calor no es conveniente aplicarlo en todos los tipos de lesiones. Si la zona afectada tiene algún tipo de herida, infección, quemadura o abrasión, conviene que no la trates con calor.
Si la piel está roja o inflamada, la zona está adormecida o incluso la persona tiene dermatitis, el calor podría agravar la condición previa.
Si eres hipertenso o tienes algún problema de corazón, conviene que consultes a tu médico para realizar un tratamiento con calor.
Tampoco apliques calor en el oído ante una otitis o molestia, como se recomendaba antigüamente ya que podrías provocar la rotura del tímpano. Al estar ha muy hinchado, estás dilatando aun mas los vasos.
Tratamiento para el dolor: ¿cuándo aplicar frío?
El tratamiento para el dolor con frío o crioterapia está indicado, principalmente, para lesiones, torceduras, esguinces, gota o tendinitis durante los primeros días desde que aparece el dolor. El frío contribuye a que descienda la temperatura en la zona, baje la inflamación y los vasos sanguíneos se cierren.
También adormece los tejidos doloridos, actúa como un anestésico local y ralentiza los mensajes de dolor que se transmiten al cerebro. El frío, por lo tanto, puede ayudar a tratar una articulación o músculo dolorido e inflamado pero, es más efectivo si lo aplicas en las primeras 48 horas tras la lesión y lo combinas con descanso, compresión y elevación de la zona.
En definitiva, el frío es para las lesiones, sobre todo cuando cursan con inflamación.
Cómo aplicar el frío en la zona dolorida
Es muy importante que no cometas el error de aplicar hielo directamente sobre la zona, ya que puedes provocar una quemazón en la piel.
Puedes utilizar hielo envuelto en una tela y aplicarlo sobre la zona, una compresa fría o un parche de gel frío que se mantiene en el congelador hasta su uso. También puedes sumergir la zona en agua fría, pero no helada.
Aplica el frío en la zona durante 20 minutos, tres veces al día.
¿En qué casos no aplicar frío?
Ante una lesión, dolor muscular, de articulaciones, tendones, etc., no debes aplicar frío en zonas de la columna vertebral, lumbares y cervicales, tampoco en una lesión crónica porque puede agravar la rigidez y contractura e incluso agravar la sensación de dolor.
Tampoco uses una terapia con frío si la persona tiene frío, el área entumecida, es hipersensible al frío o algún tipo de enfermedad vascular que afecte al flujo sanguíneo. Evítalo también si hay una herida abierta o inmediatamente después de realizar una actividad física.
Cuándo y cómo alternar frío y calor para el dolor
En ocasiones se utilizan terapias de contraste de agua fría y caliente para tratar el dolor. Se considera que puede ser efectiva en casos de osteoartritis y lesiones producidas por el ejercicio físico.
El tratamiento con calor y frío no puede ser adecuado para personas con neuropatía diabética u otra afección que reduzca las sensaciones de calor o frío, como el síndrome de Raynaud, o para niños pequeños o ancianos con dificultades para mantener la temperatura corporal.
Sin embargo, algunos expertos señalan que los contrastes no son mejores que otras estrategias como el propio tratamiento con frío, con calor posterior, la compresión o el estiramiento de los músculos.
Conclusión
Según los expertos el tratamiento con calor o frío puede aliviar dolores musculares, lesiones, desgarros o tendinitis, sin embargo, no son tratamientos muy fuertes o que sean extremadamente efectivos. Son tratamientos accesibles, económicos y sencillos para realizar en casa. Sin embargo, si el dolor no mejora, es necesario consultar con un médico para poder recibir otro tratamiento más adecuado.
En cuanto a la pregunta de si es mejor el calor o el frío. Ya hemos visto que los expertos recomiendan aplicar frío durante las primeras 48 horas y después utilizar el calor para calmar la molestia. Sin embargo, en ocasiones se basa en escuchar al propio cuerpo y utilizar aquello que sientas que es mejor para ti. Si no te sientes cómodo aplicando frío o no tienes una buena sensación, cambia al calor y viceversa.