Cómo combatir los sofocos en la menopausia con remedios naturales
Aliviar los sofocos de la menopausia sin fármacos
Uno de los síntomas más comunes de la menopausia son los sofocos. Tanto es así que se estima que un 30% de las mujeres entre 45 y 60 años padecen estos calores repentinos que, en ocasiones, pueden interferir en su rutina diaria. Algunas mujeres solo los padecen durante unos meses mientras que en otras pueden persistir durante años. ¿Se puede hacer algo para aliviarlos? Conoce cómo combatir los sofocos en la menopausia con remedios naturales.
Por qué tengo sofocos en la menopausia
No se conocen las causas concretas que provocan estos calores repentinos que puede experimentar una mujer y que le hace enrojecer y comenzar a sudar. Sin embargo, algunos expertos apuntan a cambios en la circulación. El sofoco se inicia cuando los vasos sanguíneos que están en la superficie de la piel se ensanchan para enfriarse, lo que hace que comiences a sudar.
También pueden desencadenarlos o precipitarlos algunos factores como:
- Tabaquismo.
- Consumo excesivo de cafeína.
- Climas cálidos.
- Alcohol.
- Ropa ajustada y de materiales no transpirables.
- El estrés.
- Comidas picantes.
- Obesidad.
Muchas mujeres son capaces de identificar las causas que les provocan más sofocos y, de esta manera, evitan el agente causante.
Cuánto duran los sofocos
Aunque los sofocos aparecen de forma repentina, su duración puede variar. Algunos solo duran unos segundos mientras que otros pueden durar 10 minutos.
En cuanto a la frecuencia con la que aparecen también varía en las mujeres. Algunas pueden sufrir varios en una hora mientra que otras solo padecen alguno esporádico a lo largo de la semana. De hecho, en una misma mujer, la duración y frecuencia de los sofocos puede ir variando a lo largo que avanza la menopausia.
Claves para aliviar los sofocos en la menopausia sin fármacos
La terapia hormonal es uno de los métodos más empleados para aliviar los sofocos y otros síntomas de la menopausia. Sin embargo, si todavía no quieres comenzar un tratamiento hormonal o tu médico no te lo recomienda, puedes probar con remedios caseros para combatir los sofocos en la menopausia:
Controlar la dieta para combatir los sofocos de la menopausia
Una buena medida para aliviar los sofocos de la menopausia consiste en evitar las comidas que pueden precipitarlos como la cafeína, la comida picante y el alcohol.
Asimismo, puedes incorporar en tu dieta alimentos ricos en estrógenos, las isoflavonas de algunas plantas tienen efectos similares a los estrógenos y los encuentras en la soja, legumbres como los garbanzos y las lentejas, granos, semillas de lino, frutas como la cereza, el melón o la papaya, las verduras o los frutos secos. De hecho, se apunta a los garbanzos, lentejas y la soja como los alimentos con más estrógenos, aunque, por supuesto, su efecto sea menor que el que produce nuestro propio cuerpo.
Beber agua bien fría al comienzo de un sofoco también puede ayudar a combatirlo
Cambios que combaten los sofocos de la menopausia
- A la hora de vestirte, usa varias capas que te permita aligerar de ropa cuando tienes un sofoco e intenta que tu ropa sea preferiblemente de algodón o materiales transpirables.
- Si tienes sobrepeso es recomendable perder peso ya que las mujeres que sufren obesidad tienen sofocos más intensos y molestos.
- Reduce la temperatura de la habitación donde estás y, si puedes, usa ventilador para dormir para no sufrir los sofocos nocturnos.
- Si fumas, intenta dejar el hábito ya que las mujeres fumadoras tienden a experimentar más sofocos.
- Evita el sedentarismo e intenta hacer ejercicio físico, eso sí en ambientes que sean frescos.
- Si sueles tener sofocos por la noche, mantén una compresa fría en la mesita de noche.
Terapias alternativas para tratar los sofocos
Muchas mujeres afirman haberse sentido mejor y haber sufrido menos sofocos tras afrontar un tratamiento de acupuntura. Se trata de realizar una punción superficial en distintos puntos del cuerpo.
La meditación también ha ayudado a muchas mujeres para saber controlar el nivel de estrés, un desencadenante habitual de los sofocos.