Cuáles son las capas de la piel en el ser humano (por orden) y sus funciones
Par qué sirven las distintas capas de la piel
Quizás nunca hayas pensado en la piel como un órgano, pero de hecho, es el más grande del cuerpo humano con cerca de 2 metros cuadrados de piel y 5 kg de peso.
En realidad la piel y todas sus estructuras forman el sistema tegumentario que es el que proporciona una protección integral a nuestro organismo. Está formado por distintos tipos de capas y fibras sensoriales que se comunican con el cerebro. Al finalizar este artículo habrás conocido cuáles son las capas de la piel por orden y qué función tiene cada una de ellas.
Primera capa de la piel: la epidermis
La epidermis es la capa superior de la piel, es la más externa y la única que podemos ver a simple vista. Es, en definitiva, la piel que podemos tocar con los dedos. Es una membrana fina, no superior a 1.5 milímetros de grosor y formada por células muertas que actúan como pantalla contra agresiones.
Está compuesta de un tejido constituido por células íntimamente unidas, que además tiene varios estratos y es rico en queratina, una proteína que aporta a la piel una dureza necesaria y su resistencia al agua.
El color de la piel está influenciado por varios pigmentos, entre ellos la melanina que es producida por células llamadas melanocitos, que se encuentran dispersas en la epidermis. Es esta capa de la piel la que recibe todas las influencias externas, desde los rayos del sol (con sus consecuentes quemaduras si no existe protección) a las picaduras de insectos.
La epidermis está formada por cuatro o cinco capas de células epiteliales según su ubicación en el cuerpo, estas capas se denominan "piel fina":
Estrato basal
Es la más profunda. En este estrato las células se unen a la siguiente capa de la piel, a la dermis, mediante fibras de colágeno que están entralazadas y se conocen como membrana basal. El estrato basal, por lo tanto, es una capa única de células compuesta principalmente de células basales. Además, hay otros dos tipos de células:
- Célula de Mérkel: sirve para estimular los nervios sensoriales que el cerebro percibe como tacto.
- Melanocito: una célula que da color a la piel.
Estrato espinoso
Está sobre el estrato basal. Tiene un aspecto espinoso, por el cual recibe su nombre y se compone de ocho a 10 capas de queratinocitos, formados como resultado de la división celular en el estrato basal. Estos queranocitos liberan un repelente al agua que ayuda a que nuestro cuerpo no pierda demasiada agua y logrando que la piel sea impermeable.
En esta capa también hay una célula, llamada célula de Langerhans, que engulle las bacterias, partículas extrañas y células dañadas que se encuentran en esta capa.
Estrato granuloso
Se sitúa sobre el estrato espinoso. Este estrato tiene un aspecto granulado, de ahí su nombre, ya que en esta capa siguen sucediendo cambios en los queranocitos que son empujados a esta capa desde el estrato espinoso.
Estrato lúcidum
Este estrato solo se encuentra en las palmas de las manos y de los pies. Es una capa lisa y aparentemente translúcida y contiene una proteína que crea una barrera al agua.
Estrato córneo
Es la más superficial, por lo tanto, es la capa de la piel que tenemos expuesta al ambiente.
La quinta capa, se denomina piel gruesa y solo se encuentra en las palmas de las manos y las palmas de los pies y es el estrato lúcido.
Es una capa seca que ayuda a que no se deshidraten los tejidos bajo ella y a que los microbios no penetren en capas más delicadas.
En esta capa, las células se van desprendiendo periódicamente y son sustituidas por otras que son empujadas hacia arriba desde el estrato granuloso. La piel, por sí misma, elimina esta capa completamente en un período que dura 4 semanas, aunque hay otros procedimientos cosméticos que ayudan a eliminar por completo esta capa para que la piel mantenga un aspecto saludable.
Segunda capa de la piel: la dermis
La dermis se encuentra bajo la epidermis que, si recuerdas bien, es la capa externa de la piel y tiene unos 3 milímetros de espesor. Por lo tanto a la dermis se le considera el núcleo del sistema tegumentario. En este sentido, mientras la epidermis cubre nuestro cuerpo en una capa que podemos ver y tocar, la dermis, es la que facilita realmente la función de protección contra bacterias y microbios.
A diferencia de la epidermis y la hipodermis (la que está más abajo), contiene vasos sanguíneos, nervios, folículos pelosos y glándulas sudoríparas. Además, es más gruesa que la epidermis.
Está compuesta por dos capas de tejido conectivo: la capa papilar y la capa reticular y contienen fibras de colágeno y elastina que ayuda a mantener la estructura de la piel que vemos.
Tercera capa de la piel: la hipodermis
Si la epidermis es la capa más externa (epi significa encima de en griego), la hipodermis es la capa más interna (hipo es por debajo de en griego).
La hipodermis, también conocida como capa subcutánea, está debajo de la epidermis y sirve para conectar la piel con el tejido fibroso de huesos y músculos. En la hipodermis o generador de la epidermis nacen la células que van migrando constantemente hacia la superficie para sustituir a las células muertas.
En términos médicos no se considera una parte estricta de la piel, aunque la zona donde acaba la dermis y comienza la hipodermis es tan difuso que puede ser difícil de distinguir.
Esta capa de la piel, la hipodermis, está formada por tejido conectivo areolar y tejido adiposo suelto que funcionan como almacenamiento de grasa y proveen de aislamiento.
Por lo tanto, es en esta capa donde está la mayor parte de la grasa que muchas personas queremos perder cuando nos ponemos a dieta. El tejido adiposo está formado por células llamadas adipocitos y nos sirve para aislar al cuerpo ante la pérdida de calor, como reserva de energía y como almohada para las estructuras bajo la piel ante un golpe o un impacto.
Según las estadísticas es realmente preocupante el aumento de obesidad y sobreeso en nuestras sociedades modernas, donde acumulamos un exceso de tejido adiposo no deseado debido a la falta de ejercicio y al consumo de alimentos altamente calóricos.
Por lo tanto, para acumular menos grasa en la hipodermis es necesario incorporar cambios en el estilo de vida, en concreto, sobre la dieta y la actividad física.
Hombres y mujeres suelen aumular grasa de forma distinta. Los hombres tienden a tener más tejido adiposi en cuello, brazos, espalda y abdomen, mientras que las mujeres lo acumulan en senos, caderas, muslos y glúteos.
En cualquier caso, la distribución de la grasa va cambiando a medida que el cuerpo envejece.
¿Donde están los receptores del tacto en la piel?
Cualquier sensación táctil tiene en la piel un receptor específico. Cuando tocas algo, la percepción se registra por corpúsculos localizados en la dermis y la hipodermis. Basta con que haya una leve deformación cutánea al rozar un objeto para que estos receptores y sus terminaciones nerviosas se activen.
La sensación de calor o frío está vinculada a las variaciones que la piel capta por otros corpúsculos llamados receptores térmicos y se encuentran por todo el cuerpo, sin embargo, son más abundantes en la cara y las manos.
En cuanto al dolor, los influjos dolorosos llegan al cerebro a través de dos fibras nerviosas, una lenta y otra rápida. La rápida es la que te hace retirar el dedo si te clavas una aguja y la lenta, es ese dolor que aparece después, más lentamente y que deja una sensación más difusa de dolor.
Conclusión
La piel es el órgano del cuerpo humano que supone una barrera entre el ambiente exterior y nuestros órganos internos, por lo tanto, nos protege frente a patógenos y enfermedades, así como supone un cojín para las estructuras internas.
Proteger nuestra piel, por lo tanto, es fundamental para garantizar su salud. Tan solo debes aplicar protector solar durante todo el año y mantenerla hidratada.
Además, debes vigilarla, ya que sobre ella pueden producirse heridas que pueden infectarse y causar daños mayores; lunares que crezcan y cambien de color y puedan ser susceptibles de revelar una enfermedad de la piel; aparecer acné, quistes o granos debido al bloqueo de los poros o glándulas sudoríparas, etc.
Recuerda estar atento al estado de salud de tu piel y acudir a un especialista ante cualquier signo que indique que no está funcionando como debiera.