Qué es el estrés crónico y cómo impacta en nuestra salud
Cómo los distintos tipos de estrés pueden conducirte a padecer estrés crónico
Existen distintos niveles de estrés que surgen de forma distinta y tienen un impacto diferente sobre la salud. Porque, efectivamente, el estrés puede hacernos enfermar.
Y, si sufrir de estrés puntual es problemático, más aun lo es padecer de estrés crónico. Conoce cómo se llega a esa situación en la que el estrés llega a controlar tu vida y cómo afecta a tu bienestar físico y emocional.
Distintos tipos de estrés
El estrés es una reacción natural que no solo se produce en los seres humanos, también en los animales, ante un determinado estímulo. Esta reacción puede producirse ante cientos de acontecimientos, desde los más felices a los más tristes: casarse, la muerte de un ser querido, aprobar el examen de conducir, comprar el regalo de cumpleaños de tu pareja, llegar a fin de mes, educar a los hijos…
Por lo tanto, el estrés forma parte de nuestras vidas y, desde esta perspectiva, lo que tenemos que hacer es aprender a controlarlo porque no vamos a poder eliminarlo.
Existen distintos tipos de estrés y, aunque en todos ellos, se disparen los niveles de adrenalina y cortisol, no todos impactan de la misma manera sobre nuestro ánimo o nuestra salud:
Estrés agudo
No es lo mismo un ataque de estrés agudo que el estrés crónico. El estrés agudo sucede en situaciones como cuando tienes que entregar un informe, vas contrarreloj y te invaden los nervios y la irritabilidad o te agobias porque estás metido en un atasco y no llegas a por tus hijos y es cuando comienzas a pitar, a "jurar en hebreo" y a desplegar toda tu ira. Son situaciones puntuales en las que el momento te arrastra hacia una conducta emocional primaria con poco control de las emociones y el raciocinio. Son episodios puntuales y breves, que duran poco tiempo en los que se dispara la adrenalina y el cortisol en la sangre.
Estrés traumático
Determinados acontecimientos que vivimos pueden impactar sobre nuestro estado de ánimo provocando estrés, ya sea la muerte de un ser querido, el enfado con un amigo de siempre, la separación de la pareja… Dura más tiempo que el anterior, pero tras unos días o semanas, acaba disipándose.
En este caso, los niveles de estrés no alcanzan cotas tan altas como sucede en uno ataque de ira puntual pero también pueden desencadenar efectos secundarios como un infarto en personas con mala salud cardiovascular.
Estrés persistente
Es es estrés que, tras unos días o semanas sufriendo un alto nivel de estrés, este parece haberse instalado en nuestras vidas. Es el estrés que acaba convirtiéndose en crónico y la persona que lo sufre se encuentra viviendo en un estado de insatisfacción, cansancio, angustia e irritabilidad permanente. Por cuestiones de trabajo, familia, económicos u otros, se siente viviendo al límite.
Sin embargo, pese a que hay distintos tipos de estrés, a todos ellos les une una circunstancia común: en todos ellos la persona pierde el control de lo que hace.
El estrés, en definitiva, no nos deja decidir por nosotros mismos, nos vemos arrastrados por el entorno o las circunstancias.
Qué es el estrés crónico
Algunos expertos coinciden a la hora de afirmar que, el estrés crónico tiene dos detonantes fundamentales:
1. La falta de tiempo: El tiempo o la falta del mismo, es uno de nuestros peores enemigos. Hay quien ya, a primera hora de la mañana cree que le falta el tiempo, porque llega tarde al trabajo, porque no tiene tiempo para desayunar, porque ha salido tarde de casa… Esta sensación les acompaña a lo largo de todo el día y del resto de los días afectando a su calidad de vida.
2. La no realización de tus expectativas o ambiciones: si soñabas con ser tu propio jefe y cada día has de hacer lo que te dictan otros, si querías viajar por el mundo y no sales ni de tu vecindario o si esperabas tener una pareja que te quisiera mucho pero tienes una mala relación, esas emociones insatisfechas aparecerán en forma de estrés para recordarte lo poco que te gusta lo que estás viviendo.
Estas dos variables, cuando no puedes controlarlas o cambiarlas, acaban desbordando a la persona, generando un estrés, que a su vez genera más estrés. Se entra en una dinámica de vida estresante en la que la persona duerme mal, de día ha de afrontar una difícil jornada con menos ánimos y más cansancio encima, se angustia y vuelve a dormir mal por la noche. Es un círculo vicioso, una espiral de estrés que hace que no se piense con claridad ni se sepan poner las medidas para frenar esa situación. El estrés bloquea a la persona.
¿Quién puede sufrir estrés crónico?
No existe un perfil tipo, el estrés crónico no es propio de directivos o empresarios con mucho trabajo. Le ocurre por igual a hombres y a mujeres, a fontaneros y a informáticos, a personas que parecían tranquilas y que controlaban y a personas nerviosas que se dejan llevar. A los que saben trabajar bajo presión y a los que se ahogan en un vaso de agua.
El estrés crónico está ahí, acechando al primero que baje la guardia o no sepa controlarlo.
Cómo reconocer el estrés crónico
Hay síntomas que te pueden ayudar a reconocer si lo que sufres es un estrés crónico:
- Tener tics como morderse las uñas, rechinar los dientes o retorcerse el pelo
- Sufrir de dolores de cabeza persistentes.
- Padecer una sensación de cansancio y fatiga constantes.
- Tener trastornos del sueño.
- Sufrir de molestias digestivas y dolores estomacales.
- Tener una sensación constante de ansiedad, mal humor e irritabilidad.
- Vivir con pensamiento pesimista y sentirse poco comprendido por los demás.
Cuando estos síntomas físicos y emocionales se dan sin que haya una causa clara y contundente que los explique, es momento de plantearse que vives bajo una situación de estrés y que es hora de pararla. No es fácil pero tampoco imposible, lo importante ya está hecho, reconocer que tienes estrés.
Qué funciona y qué no para controlar el estrés
Lo que los expertos recomiendan ante una situación de estrés es realizar técnicas de relajación, practicar meditación y realizar una actividad física constante. Conocer cómo bajar ese nivel de estrés en el momento en el que lo sufras es fundamental para controlarlo y, en ocasiones bastan con técnicas sencillas como la respiración diafragmática o la relajación muscular de Jacobson. Ayudan también técnicas como el yoga o el mindfulness para controlar el cuerpo y la mente. Es una ayuda para volver a recuperar el control de tu vida sin que el reloj te atrape de nuevo.
Descansar adecuadamente, favorecer el sueño y dormir las horas adecuadas es fundamental, así como realizar algún tipo de ejercicio físico que te ayude a lograr el bienestar físico y emocional.
En cuanto a lo que no debes hacer, está claro, relajarse a base de tomarse varias cervezas o recurrir de forma habitual a los tranquilizantes es algo que no funciona. Ambos son adictivos y solo relajan o hacen olvidar momentáneamente el problema, pero no lo solucionan.